Recientemente mantuvimos una reunión con un cliente que se encuentra inmerso en un proceso de reestructuración interna, que le permita afrontar con garantías de éxito los grandes retos que implica la internacionalización.
Estos tipos de reestructuración son siempre complejos y más cuando se trata de una empresa familiar que, a pesar de tener un pequeño tamaño, ha conseguido hacerse un hueco muy relevante en su sector.
Y gran parte de la complejidad viene dada por la necesidad de otorgar importantes cotas de poder a ejecutivos con trayectorias profesionales reconocidas, pero que tienen que buscar su espacio dentro de una organización que mantiene una trayectoria y unas inercias que es preciso vencer.
Mientras hablábamos de la importancia del proceso de selección y del valiente paso que representa, dentro de una empresa familiar, ceder el timón a un profesional con la suficiente distancia y expertise que le permita seguir haciendo crecer a una empresa, más allá de las capacidades de la propiedad, el actual gerente dijo una frase que me hizo reflexionar: Habrá que acertar, sí o sí.
6 palabras, 6, que recogen toda una declaración de intenciones, una filosofía, un espíritu: la manera de abordar los procesos complejos por parte de una «casta» -ahora que está tan de moda la palabrita-: la de los emprendedores y empresarios, la de ese grupo de personas que, al final, asumen grandes riesgos con decisión y entereza, y son quienes ponen, realmente, en marcha un país.
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